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lunes, 29 de noviembre de 2010

A la botella

Debo decir que éstos cuatro días han sido la luna de miel que no tendré jamás. El sentir tantos grados etílicos en mis labios y cómo de repente el mundo voltea a verme son hechos que quizá nadie pueda entender en la medida yo lo hago.
El alcohol es mi placebo para el mal de amores , y eso para mí sólo es un preludio de otra idea que llega a poner mi sobriedad en duda.
"El único amor sincero es del alcohol, y eso, hay resaca. ¿Qué me podría esperar yo de algo que no se compra en una vinatería?" .
No sé que tenga dentro de mi, de mi sentir. De esas exaltaciones que por ratos llegan y piden a sed un trago a la botella, al botecito con licor, a la lata de tonos oscuros y sabor a whisky. A la resaca por la mañana que suele terminar en un vórtice de miradas al vacio de la inerte contemplación. Hoy le escribo a la botella, a sus bienaventurados efectos introspectivos que rebuscan con júbilo y a veces con nostalgia, las respuestas que sobrios no nos atrevemos a reclamar. Le escribo al amor de mis amores, a la bebida que ha acompañado a Van Gogh, Picasso, Pollock, Benedetti, Borges y demás cantautores de la vida misma. Hoy le dedico un pedacito de mis letras a la botella, la que no me pone excusas para desinhibirme con el pincel mojado en óleos. Para quien me toma de la mano aún cuándo esté sucia de graffito y otras tragedias.
Esa es mi botella.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Estoy solo

Estoy solo, francamente solo. Bebiendo como nunca, como siempre. Con esas notas musicales que se oyen a lo lejos, con el sonido de las teclas que retumban queriendo consolarme en una noche que tan espesa, me dice que estoy solo.
Estoy solo y a veces quiero evitarlo con paranoias dulces que saben a etílico y sólo terminan dejándome en gélidos terrenos en dónde lo único rescatable que encuentro es una lágrima de vida y no de esperanza. Vaya, ebrio no me gusta escribir, cuándo extraño a Sharon, cuándo lloro debajo de las luces apagadas. Cuando me veo solo y disimulo todos están conmigo, cuándo le digo a alguien te quiero a manera de amados y sólo recibo te quiero´s con sabor a amistad. Duele y duele cómo ayer, hoy y mañana, el hecho de que mis dedos taciturnos escriban lo mundando de un amor no correspondido, es decir de una vida no vivida, sobrellevada. Ya el cielo dice mucho, cuando me cuestiona a la hora de contar estrellas y las mismas celestes sean las que inviten mis lágrimas a salir.
Bebo solo y me pregunto al pasar de la luna en el horizonte pintado de matices oscuros, porqué el ser de mi sonrisa irónica, de mi vaso solo, de mis oidos sordos de palabras dulces, de mis palabras que no salen por miedo a encontrar verdades indiferentes. Ay amor, mi vida. Dios, incauto y exento de mis penas, ¿qué hice? qué entre los lugubres lares del desamor camino y camino con un recelo al cupido jamás antes visto. ¿Qué he hecho, qué estoy solo y llorando a la noche y no a la mujer? Atascado de etílicas vivencias que vienen transcritas a mi corazón que está despojado en mordaces pedacitos.
Estoy solo, francamente solo.
Con la nostalgia de siempre y con las lagrimas de nunca, que saben a la sal de la nostalgia más inspiradora para decir en este escrito ahora:
ESTOY SOLO ....

jueves, 25 de noviembre de 2010

Tragos

Con compañía
con sombras
con mujeres
con poesía
con pinceles
con risas
con palabras
con vivencias
con ojosluna
con deseos

mi vida se mide en tragos.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Crónica de un abrazo desesperado

Estaba ahí recostado en el sofá, inerte. Mi mirada deambulaba por el techo como tratando de encontrarse, mi cuerpo no hacía más que fingirse en paroxismo que más bien parecía ocio. Ya las horas de partir al escuela habían pasado, ya el tiempo se me venía encima y yo lo dejaba llegar, no tenía razones ni motivos por los cuales dejar mi agonía en el sofá. Empezaba a ver borroso, el sueño y fatiga de una tarde sin sentido por fin daban frutos, me disponía a dormir. Suena el celular.
Todos mis sentidos se perdieron, se encontraron. Llegaron de nuevo a mi cuerpo y desperté de mi catalpesia. Era Sharon.
Su voz, su dulce y profunda voz, la voz de mis recuerdos, de mi cariño, de mis nostalgias. Esa voz que susurra destierros a los lares del amor, esa voz que me pueda dar todo y nada, ésta tarde me dió todo. Me quería invitar un café.
Creo que nuestra historia podría medirse en tazas de café, en cafeína, en cucharadas de azúcar, en popotes, en hielos con café frío, en vasitos.
Yo estaba atónito, irremediablemente atónito. No sabía si ir corriendo y abrazarla o quedarme en mi desolado sofá a intentar conciliar el sueño. Me paré, tomé el celular y con un puertazo de punto de partida corrí a buscar un taxi, un bus, un loquefuese que me llevara rápido a ver sus ojos.
He de decir que la espera en esa banqueta era sólo la espera que tuve cuándo me pidió la viera en la misma fuente de siempre. Veía pasar personas con el tic tac del cielo oscureciéndose y sólo mi tabaco parecía acompañarme junto con esas miradas desalmadas de 5 segundos.

Vi a Sharon a lo lejos, parece que siempre la veo a lo lejos. Con su sonrisa, con su vaivén de pasos que parecen ir al orden de mis palpitaciones, con su cabello negro cayendo como cascada en su frente. Con sus labios rosas, con sus historias que comparto con ella, con su dulce y perfecto, carisma.
Iba con una amiga, no diré que pasó en las siguientes dos horas, yo me veía perdido de nuevo parecía haber regresado a mi catalepsia, no salían las palabras si acaso uno que otro afán por recalcarle mi necesidad de estar a su lado pero no podía traicionar mi promesa por dejarla en su regazo a distancia de mis nostalgias.
Ya se iba, la noche había caido con todas esas luces navideñas. La indiferencia entre nuestros cuerpos y habla era más que evidente, no podíamos si quiera pronunciar una sonrisa en pos de nuestro amor, simplemente porque lo negamos. La quise acompañar hasta la esquina, no quiso al tiempo sentí mis párpados pesados y la voz cortada. Le dí un beso en la mejilla y le dije adiós.

Gritó a distancia mientras yo me alejaba, no pude distinguir ni una sola palabra de lo que dijo, voltée y vi su rostro desesperanzado, con esos ojosluna que parecían perderse en medida yo me alejaba. Vi su luz perderse, juro la ví perderse.
Cruzó la calle apresurando cada uno de sus pasos, eché una mirada a mi mismo y sentí necesidad y orgullo de correr a abrazarla. Parecía eterna la distancia entre ella y yo, sentí mi corazón en la garganta y cuándo por fin pude arroparla entre mis brazos amarré el lagrimal que parecía inevitable y le pedí perdón.
Me tomó entre su persona, sentí sus brazos aceptando mi disculpa y también exentándola de cual error pude haber cometido. La acercaba a mí, no nos soltábamos, sentí una ráfaba de aire por encima de nosotros y ella no me soltaba. Los autos pasaban sin más ni menos, la gente nos evitaba, ella me quería.
La amo, la amo, la amo.
No sólo escribo ahora ésto, sino lo sentí, vi las palabras dibujarse en su rostro mientras todavía tenia los ojos cerrados, de inmediato pensé en decirle que le escribiría algo y es eso, la amo.
La amo cómo ni yo tengo idea, a pesar de Ann, a pesar de Andrés. A pesar de terceros y cuartos que nos encontraron desolados y supieron cómo ganarse nuestra compañía corrompida. La amo a pesar de que estemos lejos y no admita que la necesito, a pesar que mi orgullo pida a gritos me aleje y mi corazón diga lo contrario.
La amo, y eso es lo que quiero que lea ahora que sabemos cómo se escribe la crónica de un abrazo desesperado.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Monotonía

Recuerdo los días previos a conocer a Sharon. El ocio con que me iba sobrellevando era devastador, contaba las horas para ir a dormir y no para soñar. Parece que de nuevo caí en ese lúgubre destierro pos enamoramiento, pues ya la luz de sol parece la mierda más común que podría haber.
Camino a casa, iba contemplando el claro de luna que me seguía a lo lejos y sólo recordaba que no soy ni un poquito dichoso a lo que fui cuándo compartía esa misma luna entera de luz con Sharon. Dormí.
Desperté y el viento ya hacía de las suyas, corrí a la puerta de mi casa y me tumbé en éste sillón sólo decidido a teclear mis carencias.
"Cómo la extraño. Dios había sido mi más importante carencia, pero a ella la necesito más que a Dios" recordaba no recordar y ya se habrán dado cuenta no dejo de pronunciarlo en mi más recóndita palpitación de recuerdos. Hace ya una semana que dejé de verla, que me detuve en retrospectiva a llorar de coraje y no de tristeza, hace apenas una semana que dejé mi droga y parece ya ha sido un año entero. No veo las cosas con el mismo matiz, mi sonrisa es a destiempo, los breves hálitos de felicidad que tengo son mordaces resacas de ayeres que compartí con ella y duele saber esto, pues supuestamente había puesto en frente de mi corazón y miradas a Ann. Supuestamente ella debía suplir los errores del destino, debía sencillamente hacerme feliz y no es así.
Caí en la monotonía de antes de enamorarme, esos tiempos en dónde la luz del sól parece ser la mierda más común que puede haber y la vida parece sólo un trámite después de haberme despedido de ella.

Creo que quebraré en cualquier momento, no debo, pero creo lo haré.
Es ella la que me falta y lo sé, quisiera no saberlo.
Quisiera estar en esos tiempos áridos, dónde la mierda más común resulta ser tu mayor posesión.

Pero no.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Intrucciones para caer en una duda

Embriagate. Una vez deshauciado de toda moral inherente a la razón, quédate callado para luego romper lo taciturno del silencio en palabras llenas de sonrisas,lágrimas, vino y cualquier otro líquido.
Fija tu corazón; una vez atado a tu pecho trata de sentir tu palpitar mientras la brisa que podría llegar de algún ventanal, persiana o el propio hálito de querer sentir el viento, te llene de recuerdos. Siente.
Imagina las consecuencias, preocúpate. Ponte en ese lugar dónde los ayeres no importan, dónde el mañana está teñido de luminosas esperanzas y divisa tus próximas alegrías. Ahora sí, sonríe. El traspatio de una melodía que se escucha aquí o allá debería de envolverte en sus placeres, ya la duda ha de aparecer.
Jamás dije que clase de duda y cuándo digo ésto quiero decir esa minuciosa pregunta que parece sencilla y al final nos corroe con desvelos por la noche y quereres oníricos mientras el sol camina en el cielo. Quiero decir esa duda que llena vacíos y desesperanza, la dichosa pregunta que nos invita a quedar congelados en el arte del amor. Esa pregunta que melancólica e incierta, también nos da nuevas prioridades y futuros a escoger, la duda del amor.
Es decir, un te amo que vibra en los labios, un te extraño que se siente en la garganta, un te quiero que despoja cualquier superflua pertenencia para sólo hacer espacio en nuestra persona a esa mirada en especial.
Éstas son mis instrucciones para caer en un mar de reconfortantes dudas, es decir duda de cuánta extensión de cariño podemos corresponder.

Ésa es la mejor duda.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Un día más, un día menos.

La rutina es incómoda, encuentra cualquier sonrisa inédita para palparla en sus lúgubres horarios y les quita la razón de ser. Hoy fue uno de esos días en que pensé mucho sin llegar a nada, fue el sol de media tarde lo que más recuerdos me trajo, quizá de hace exactamente 9 meses. Día en que llegué sin esperar nada y salí con algo que hoy en día puedo seguir sintiendo a pequeños lapsos de tiempo pero con resacas de frustración y nostalgia. Hace ya 272 días que te había visto llegar con todas esas luces de la noche, con un tapiz en el cielo atiborrado de estrellas, con la luna de confidente y compartiendo por primera vez esas pequeñas complicidades nuestras. Vaya, es frío y triste hablar así. Hablo cómo si ya no tuviera ni amistad a distancia con Sharon, pues creo que aún quedan vivas unas cuántas razones para sentirme encariñado con ella.
La única variante de hoy, y tal vez ya no use "un día más" sino un día menos, fue el hecho de sentirme meramente digno por estar ahí sentado a lado de Ann, cohibido por las palabras que últimamente le he regalado y puesto a su esencia. Cambié de un simple Ann a un ANN en mayúsculas precedido de ese sentimiento que engrapa una sonrisa de codo a codo en tu rostro, sólo para después sentir esas intrañables mariposas en el estómago.
Hoy me dijo -te extraño, aún cuándo estaba a su lado. No sé que suponer ni qué hacer con esas palabras. Si bien podrían ser correspondidas a mi acto de declaración de sentimientos, también podría ser una consolación al saber mi último relato de desamor. No sé si hoy fue un día más o un día menos.

Sólo estoy conciente de que estoy feliz por Ann y desolado por Sharon.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Epílogo a ti

Fue un placer
quererte
amarte
tenerte
besarte
tocarte
verte
leerte
oírte
hablarte
acariciarte
distinguirte
cautivarte
intrigarme
conocerme
desahuciarme
encontrarme
reirme
enamorarme
ilusionarme
escribirnos
pintarnos
dibujarnos
tocarnos
amarnos


y también ahora
olvidarnos.

Es una osadía el verme aquí sentado,
ver caminar mis dedos en el teclado,
sentir la música en la noche,
acordarme que de ti vivía y hoy
suspiro por tu ausencia.
Es grato ver cómo me quieres echar la culpa
de nuestro final y es aún más grato,
ver cómo yo la acepto.

Sólo por epílogo a ti.

El comienzo del final

Les presento a Ann.
Ella sonríe. El sonido de su risa es paz en mi caótica vida, sus facciones inducen a que mis caricias la busquen, la alegría que despide en cada uno de sus suspiros es encontrarme a mí en recuerdos de esos días en dónde podía saberme feliz. Sus abrazos son historias que terminan con una nostálgica pero reconfortante despedida, la forma de sus labios es una hecatombe de pasiones. Vaya, creo que me he encariñado demasiado. Hace tanto, tantísimos ayeres que no veía la luna en la forma que hoy la vi. Ya mis miradas habían perdido el hálito de esperanza que deben tener, ya mis palabras eran al viento y no a la vida. Pero ella.
Ella llegó hace tanto y hoy la vi como nunca. Con lo rojizo de sus besos en mi mejilla, con la superflua pero también inocua belleza que tiene, con su caminar a lo lejos que roba miradas, con esos pequeños y articulados movimientos en su rostro. Es increíble, hoy no pensé para nada en Sharon y me dí cuenta que al final yo no la había perdido, simplemente por el mero hecho que jamás la tuve. Ella se fue, cuándo quiso. Ella nunca regresó. Ahora, bienaventurado y con ganas de volver a empezar, reconocí ese palpitar especial con que creo empezaré el final.
El final de una historia, el comienzo de otra. La nostalgia por no haber podido tener algo en el pasado será mi fuerza por luchar hoy por un motivo nuevo, fresco. Que promete ilusiones al por mayor, que tiene por base una sonrisa bien correspondida. Vaya que alegría, el comienzo del final.


La nueva aventura, el nuevo laberinto a un corazón, la desesperanza por terminar un capítulo de mi vida pero el fervor que me da vida de nuevo.
Soy Viore y me alegra que haya comienzos y también finales.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

270

La extraño.
Cuándo camino, cuándo veo mi sombra proyectada en matices sobre el pavimento. Cuándo escucho la dulce melodía que iba dedicada a nuestro vals, cuándo termino de leer "La tregua", cuándo mis lágrimas ruedan junto con los recuerdos, cuándo miro el cielo y se me viene encima, cuándo tomo una estrella y la guardo en mis letras, cuándo la luna se asoma y con ella tus ojos, cuándo de repente hoy me encuentro siluetas de mujer y absurdamente las comparo con la tuya. Te extraño al medio día cuándo me miro en el espejo y encuentro esas caricias tuyas. Te extraño a las 5 de la tarde, cuándo ya el viento empieza a susurrar, cuándo las hojarascas crujen y remembranzas dentro de mí lo hacen también. Te extraño.

El día no tiene sentido, las horas pasan lentamente y parecen clavarse en mi sien. La cuenta de días no tiene razón de ser y parece cedo. Ya no tengo motivos para volver, ni esperanzas que ilesas salgan a flote. Mis expectativas van en contra de mi realidad, ya la búsqueda por alguien más es inevitable, ya el encontrarme ahora con alguien que tengo muy cerquita de mí podría ser la solución.


Al menos hasta que deje de latir este corazón de ayer.
Al menos hasta que díga sístole y díastole mi nuevo fervor.

martes, 16 de noviembre de 2010

Martes 269

Recostado bajo las luces del sol que se colaban entre las persianas, abrí lentamente los ojos cómo tratando de discipar el sueño que tuve entre la noctámbula osadía de estrellas que veía llegar por mi ventana. Ya el recuerdo de que había ignorado el sentir de Sharon venía a afligirme, sentía remordimiento y en parte un gran alivio. Quizá sea mi mente tendiéndome trampas sin conciencia o tal vez mi ser pidiendo a susurros la dulce rutina de ver cómo una ilusión crece sin pedir recíproca.
No entiendo, ni quisiera entender, porqué no podemos ver al amor cómo simple sustancia dopamínica segregada por el cerebro y no cómo una novela romanticista, llena de contradicciones en la ausencia y coincidencias en la alegría.
Vaya, no tengo más que escribir, siguiendo las prescripciones para tener pequeñas porciones de júbilo, me doy a la tarea de sobrellevar su imágen que está tan distante, tan gélida, tan llena de nostalgias y aflicciones.

Me doy a la tarea de dormir, ya tratando de no soñarla.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Lunes 268

Hoy no hice mucho. A lo basto me dí cuenta que realmente puedo conseguir una sonrisa en los rostros ajenos cuándo quiera. Quizá sean mis ojos que despiden vivencias, a lo mejor son mis labios que rojizos me dicen juventud y también una serie de repeticiones a humedecerlos. Puede que sea la forma de mi rostro y que Sharon me decía eran mi atractivo, pues supuestamente me daba esa esencia masculina que debería ir adjunta a la silueta que está perdida entre mis soliloquios.
Quién sabe que sea. Pero una vez dándome cuenta de que hoy tenía un encanto en particular me vi en la tarea (y necesidad) de buscar sonrisas dibujadas en propios y ajenos. Debía alimentarme del carisma de varias risas que se oían a lo lejos, el sol debería ser mi linterna que ahora me alumbra mientras las teclas bailan en un vaivén de literatura casera y el viento que despedía mi amado otoño, debería sustituir los susurros que recuerdo a cada momento de su dulce voz. Leyendo ésto último, uno se debería de dar cuenta que sigo despidiendo amor por mi Yatzil.
Hoy lunes, parecía domingo. He de decir que mis horas que iba a dedicar al estudio las cambié por horas a la vida. Contemplar las arboledas que parecen saludarme a lo lejos, mirar el cielo azulgrana caerse en un palpitar de horas al crepúsculo, sentir que se me iba el tiempo y, por supuesto, esconderme de la nostalgia que veía venir a cual sombra y luz se asemejaba a alguna memoria que tengo de ella.
Creo que voy bien en mi suicidio, pues aplacé domingo a lunes y viceversa, creo que voy bien en mi camino... Pues supe que Sharon quiere regresar a mis latidos y le oculté mi corazón.



Hoy fue un lunes que supo a domingo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Domingo 267

Hoy cómo había predispuesto en un apunte sobre el suicidio en domingo,
pasé una tarde de verdades que dolían. Ya el viento gélido que jugaba con
cuan cabello tengo, había advertido el frío otoñal que me haría pasar unas cuantas
mentiras piadosas. Vaya, ésto ya lo había vivido y pareciera no aprendo.
Tal vez es el amor ciego, tartamudo, insensible y bastardo, el que me cohíbe al punto
de desenmarañar las utopías casi terrenales para volverlas un sueño aún más
lejano. Y, precisamente, esos sueños aún más lejanos son los que me quitan la memoria y hacen mis sentimientos buenos recíprocos a las ilusiones que corroen mi estima.
Jamás la había visto así, parece que se empeña en arruinarme la vida con júbilo y
a veces con desgana, parece ser que esa sonrisa supuestamente embriagante de
carisma ahora me punza en el orgullo, me invita a sentir ironía y alimenta mi frustración.
Sí, eso debe de ser, hoy me sentí frustrado. Jamás había sentido tanta impotencia de no poder hacer correr las palabras en pos de defenderme, ni tampoco pude validar
la inagotable ira que por dentro parecía comerme. ¿Debería de acostumbrarme?
Hoy voy a dormir solo, tan desmedidamente trágico, sobrio y con una botella encima,
borrando su imagen, sus fotos. Mis letras en su regazo.

Vaya,creo que por fin me estoy suicidando.