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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Tu cuerpo lo dibujé yo

Lo primero que miro son tus ojos, la sombra de éstos al cerrarse: la luz de ellos al mirarme. Sigo caminando la mirada por tus pestañas negras y grandes, tus cejas al unisono de la estética por excelencia y el mechón de cabello de color tostado que cae sobre tu frente. Tus rizos son un hermoso pasatiempo sedoso en que siempre me pierdo. Miro las comisuras de tus labios al sonreír, lo carmesí de unos labios que bien conozco y la centella blanca que los persigue... tu sonrisa. Corro a tocarte la curva que precede a tu rostro, le dicen cuello pero para mí es arte.

Tu arte que se alza entre dos hombros uniformes y suaves, tu arte esbelto que clama mis yemas y el vaivén de mis muñecas sobre el mismo. Le sigue tu garganta siempre trémula con te amos encerrados y los pechos aferrados a tu corazón, los pechos blancos de piel y rosas de pena por mis ojos al acecho con sus pezones delicados como nichos que pisan mis labios tímidos. Después hay una delgada línea entre ellos que baja,vertical, hasta tu vientre, pasa por la firmeza de músculos y carne abrazada que seducen y provocan a cualquiera. Tu ombligo que sale a la vista e invita mis caricias, mis caricias que te dan la vuelta y encuentran la misma línea vertical que ahora, se alza sobre tu espalda hasta tu nuca. Mis caricias que bajan sin aviso hasta los hoyos de Venus a la silueta de Afrodita que te adjudico. Mis dedos caminan, tropiezan.

Mis dedos tercos que buscan ahora tus muslos tibios y carnosos partiendo tus piernas en dos secciones hasta tus dedos que juegan con los míos desnudos.

Todo eso miro y veo cuando me besas con los ojos cerrados y los míos, tramposos, se abren y exploran tu cuerpo. Tu cuerpo a deseo de Da Vinci, de lo erótico de Dalí, de la perfección que no cantaba Miguel Ángel. Esa silueta larga, ese arte que sostienen tus ideas y ojos imposibles, los pechos pequeños y aferrados; las caderas a altura de tus hombros dibujando curvas entre tanto y tanto.

Tu cuerpo fue dibujado por uno como yo.

martes, 13 de diciembre de 2011

Lo que me gusta de ti.

Lo que me gusta de ti son tus ojos trémulos,
ávidos de vida, ansiosos de mí;
el corazón caliente que abraza mi cuerpo
y las entrañas que lo tientan.

Lo que me gusta de ti
es el amor en sonetos
y el otoño que lo adopta:
la siempre mirada tibia
y borrosa
de tus ojos de ámbar.

Me gusta tu cuerpo a sombras,
la línea oblicua de tu espalda
y los hoyitos de venus
amoldado a mis caricias.

Tu cuello, que se alza sobre
la silueta esbelta de mi
lienzo favorito.

Me gusta mi saliva que apenas se divisa
en tus labios carmesí
y también el olor jazmín
de tu cabello de cien mieles.

Me gusta como amansas
mis delirios, la delgada línea
del sueño y el deseo.

Pero sobre todo
me gusta el yo...
contigo.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Mediterránea.

Blanca piel descubierta del pecho al cuello con tentativas de su cabello rizado
-jugando a claro oscuro-
con esa sonrisa que se colma de vida y la envuelven rosas, los labios
en que me vi nacer de nuevo.
Las manos suyas en que se marcan azules las venas que encaminan
la sangre tibia a su corazón caliente y se asoma
por ojos de ambar y miel deseosos
de amor.

Mediterránea; la mujer por excelencia de carisma.
La que nace amando y siempre se deja amar por
minúsculos placeres: El amor con ella siempre
se escribe y habla en francés.

Su amor es imposible, su amor es subversivo y siempre
inevitable. Embriaga a manera de sonrisas
y con esas mismas sonrisas desembriaga
de la letárgica rutina en que se cae.

Tiene mirada imposible, apacible y deshinibe.
¿Qué serían los sueños sin la fantasía?
Y peor aún, la vida sin la mediterránea que
inspira bohemios al crepúsculo del día.

Besos a vino tinto, con luz menguante del
amor que arde... y también de todo lo que
no es amor.
Con ella la poesía no tiene que rimar, ni
los versos vienen de besos
ni la iniciativa de transcribirla en letras
tendría sentido.

Todos deberían tener una mediteránea, una silueta
que no sea sombra y por supuesto;
un amor que no cumpla promesas
porque
la flor de piel que eriza viene del básico
principio de un hola.


Así es una mediterránea y la mía hoy cumple un año más.