Les presento a Ann.
Ella sonríe. El sonido de su risa es paz en mi caótica vida, sus facciones inducen a que mis caricias la busquen, la alegría que despide en cada uno de sus suspiros es encontrarme a mí en recuerdos de esos días en dónde podía saberme feliz. Sus abrazos son historias que terminan con una nostálgica pero reconfortante despedida, la forma de sus labios es una hecatombe de pasiones. Vaya, creo que me he encariñado demasiado. Hace tanto, tantísimos ayeres que no veía la luna en la forma que hoy la vi. Ya mis miradas habían perdido el hálito de esperanza que deben tener, ya mis palabras eran al viento y no a la vida. Pero ella.
Ella llegó hace tanto y hoy la vi como nunca. Con lo rojizo de sus besos en mi mejilla, con la superflua pero también inocua belleza que tiene, con su caminar a lo lejos que roba miradas, con esos pequeños y articulados movimientos en su rostro. Es increíble, hoy no pensé para nada en Sharon y me dí cuenta que al final yo no la había perdido, simplemente por el mero hecho que jamás la tuve. Ella se fue, cuándo quiso. Ella nunca regresó. Ahora, bienaventurado y con ganas de volver a empezar, reconocí ese palpitar especial con que creo empezaré el final.
El final de una historia, el comienzo de otra. La nostalgia por no haber podido tener algo en el pasado será mi fuerza por luchar hoy por un motivo nuevo, fresco. Que promete ilusiones al por mayor, que tiene por base una sonrisa bien correspondida. Vaya que alegría, el comienzo del final.
La nueva aventura, el nuevo laberinto a un corazón, la desesperanza por terminar un capítulo de mi vida pero el fervor que me da vida de nuevo.
Soy Viore y me alegra que haya comienzos y también finales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario