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miércoles, 11 de enero de 2012

Mediterránea II

Caminando sobre Tamaulipas con el cigarro Camel que me prendiste atrás, tus zapatos resuenan al unisono de mis pasos en la acera. Vamos a llegar tarde, ¡qué importa! después de hoy no habrá retraso que me angustie más que no sea el tuyo.
Los árboles se asoman y honran la presencia, una Helena que no es de Troya viene de mi brazo colgada y sí, sigue siendo la más hermosa; mi novia. Quizá sea la tardanza, quizá no. Trattoria Lombardi se divisa a lo lejos y me alegro, total: la sorpresa es de tu cumpleaños. Realzas mi alma con tu sonrisa al tiempo que doy mi Antonio Valencia como reservación y caminamos a la mesa más alejada. Una barra de 15 nichos llena de botellas y a contra luces nos saludan junto con la escultura de la armonía con sus 3 musas. Llega una más.

Se sienta a mi derecha, toma la servilleta y la sacude a sus piernas. Nos dan otra bienvenida, ahora se trata de nuestro chet en turno. Bla bla bla bla, a mí que me importa su focaccia a las hierbas, o el vino de la casa, o su bomba de chocolate. Yo te quiero ver, amor. Amor de ojos imposibles y olor a amanecer descalzo, yo quiero verte con tu cuello desnudo que pide, sutil, el beso húmedo de mis labios rojos. Tengo que esperar, hay que comer. Después de todo es tu sorpresa, ¿verdad que te gustó? ¿verdad que soy un buen novio?
¿Verdad que sí eres el amor de mi vida?

Focaccia a medias, lasagna lombardi, ravioles, vino de la casa. Hablas y no te escucho, misteriosamente sólo entiendo las 4 letras del amor que forma tu boca-corazón. La luz mitiga la noche, la noche la mitigas tú. Esa misma luz cálida, amorosa, romántica, tierna y taciturna que nace de la llama a tu derecha nos viene bien. El tiempo se congela, se calienta mejor dicho.
Tomas la copa con tu mano fina y blanca, la empinas contra tu rostro aterciopelado y no es que vea tus pechos siempre, pero tu piel es durazno a éstas alturas y es inevitable. Me ves, sonríes. Eres el amor de mi vida, sonríes.
Quizá éste tipo de cenas sean las que nos gustan a ambos, quizá sólo sea porque hoy te ves más hermosa que nunca y yo más joven que siempre. Quizá no.

Pasaremos juntos la eternidad, usted y mi yo grabados en las 7:35 del 26 de noviembre mientras mi delirio transcribe a futuro un matrimonio entre el mejor artista de la ciudad de México y la mujer más hermosa del infinito ¿me perdonas? a veces no te entiendo, a veces te celo porque ves mucho a la luna, a veces llego ebrio de la nada y siempre me acobijas. Así es el amor, quizá yo podría perdonarte todo, una infidelidad por ejemplo. Pero no lo harás. Eres perfecta y tu oficio requiere tiempo completo en pos de. Mi tierna niña, no sabes lo que te espera conmigo. Una rica vida rica, dos perros quizá. Un mono. Nuestra casita que resulta ser la mejor adornada de Coyoacán, mi estudio lleno de pinturas tuyas y otras más de putas que sólo nacieron para la imagen y no para más. El cuarto nuestro, quizá el de nuestros hijos. Las muchas plantas y el árbol de granada, el limón, el de durazno. Nuestro pasto siempre verde aunque sea invierno y yo te haga el té que tanto te gusta cuando estás enferma. El sexo tuyo contra el mío, nuestro sexo diurno que toma vino Carmeniere y uvas moradas sin huesito. Tu tan cuerpo y yo tan delito, tu tan escritora y yo tan letras. Bienvenida, amor de mi vida. Bienvenida a la vida, mi amor.

Bajas la copa, muerdes tu labio, tomas mi mano. Te beso. Después de tanto sigues siendo el amor de mi vida sin siquiera vivir esa utopía que no tiene nada de sobria. ¿Te sigue gustando tu cumpleaños?

Chocolate, helado, frutas y mousse a medias.

Nos despedimos del lugar, ahora sí, dispuestos a hacer realidad mi delirio.

Feliz cumpleaños.

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