Puedo administrar las horas de mis vinos
para regalarte poemas sobrios.
Porque por tu amor, mi desidia muere.
Los siempre sombríos recuerdos
terminan varados en un vaivén
de bulevares que me llevan a
tu siempre dulce mirada.
Por la noche busco en el espejo
tu caricia
cierro los ojos
miro el cielo
y te encuentro siempre
tatuada en un montón de estrellas
con tapices azul granas.
Es tu voz, el desatino a esos
nervios míos cuando me susurras
besos y también promesas
a destiempo.
Tu piel que siempre me espera
cuando la busco con mis manos
a manera de pincel
o notas musicales.
Tu sonrisa, idólatra de venus
en sus tiempos o ese color
que tomas cuando el crepúsculo
se verte sobre tu cuerpo.
Es tu voz, tu piel, tu sonrisa, tu cuerpo.
Es tu corazón lleno de dulces
complicidades, todas apiladas
a nuestro nombre.
Son mis lágrimas que gritan
alegría
por ti
por mi
por nosotros caminando
de la mano en el mismo
sendero donde nos soñé.
A ti, que rezo con pinceles
y regalo pinturas
dedico mis poemas
de amor, para que les prendas
fuego
y nos arropemos
cuando el viento gélido
sople, en éste mes de febrero.
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