Mis miedos anoche se quedaron al borde
del diciembre, quejumbrosos
gritaban
me pedían volver
yo, lleno de
júbilo
desgana
y también miedo.
Deserté.
Miré adelante y me encontré
con un gélido
enero, de esos
en dónde ya febrero se asoma
& me recuerda que,
trágicas,
siempre han sido mis
introitos en los terrenos
de eso, que ustedes llaman amor.
Marzo pudiera ser buen mes
para quemar todas las palabras
de mi meloso repertorio,
pero abril de mis amores se merece
ese honor.
Mayo no viene, ni va. Ni siquiera
sé que existe, pues junio y julio
me tiran al olvido.
A esos
terrenos en donde ya no se extraña
pues agosto me llena con la
fecha más hóspita, carismática
y verdadera que puedo sentir:
20 de agosto.
septiembre reúne cálidas
ráfagas de nostalgia,
útiles para mis letras pero
veneno para mí palpitar.
Octubre, con sus lunas, sus
atardeceres llenos de danza
de árboles. Sus cátedras de
sentimientos
recuerdos
recuentos que me memorizan
las intuiciones a seguir
y por cierto, no soy muy bueno.
Noviembre, tan lleno de diciembre.
Quizá el par de meses más
retrospectivos, llenos
de pensares y a veces
también falsos amores,
sonrisas y otras
mentiras de orden
navideño.
Pero no,
no es justo intuir
ni tampoco grato.
La intuición es quizá
una leve variante
a la esperanza, a
ese dolor que causa
perderla ...
Y por eso mismo,
sólo hice un recuento
de lo que viví el año
pasado.
Espero 2011 me traiga
otro trago de colores.
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