Cuando las estrellan se asoman
cuando la luna hacía compañía
y los cedros
y el viento
y sus cabellos giraban
a manera de sonrisas.
Cuando recuerdos me llegan
y me arropan en la misma
hamaca donde tiño azules
celestes en el cielo.
Ella no está aquí
abrazándome
dándome besos en la frente
o prometiéndome no partir
ni dejar mis ojos tristes
a la intemperie de un destino
bastante jodido
o viceversa
Yo no estoy ahí.
Besando su alma,
acostándome con ella en
etílicos amores
o diciendo un
te quiero
por cierto, como repito eso.
Ella
¿Qué más puedo pedir?
Es carisma, es ilusión,
es algo una melodía de
vida. Ella es vida.
La vida que quiero y
compartiría.
Pero ella no está aquí
y me enfrento al espejo como
siempre, tratando de encontrar
sus caricias en mi rostro
o sus besos ya impregnados
en lo que solía ser una ausencia.
No, ella está aquí.
Contando segundos, horas, minutos.
Contando mis desvelos para sólo jugarme
una treta donde los dos ganamos.
Ella
Ella
Ella
No puedo pedir más, a lo
mucho que ella estuviera aquí ahora
oyendo el tecleo noctámbulo
que sólo dice su nombre
Katia Katia Katia.
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